YouTube live realizado el 19 de diciembre del 2024 con Rafael Aragón y Juan Carlos Gómez
El solsticio de Capricornio marca un momento crucial en el año astrológico, un punto de inflexión que nos invita a la introspección y a la transformación. Es el «sol quieto», un momento de pausa en el que el sol alcanza su punto más extremo en su viaje anual, dando inicio al invierno en el hemisferio norte y al verano en el hemisferio sur. Este cambio de estación coincide con un cambio energético que nos impulsa a evaluar lo que hemos sembrado a lo largo del año y a prepararnos para un nuevo ciclo.
La carta astral de este solsticio nos presenta una serie de aspectos planetarios que revelan la tónica del momento. La Luna en Virgo en oposición a Saturno en Piscis nos llama a la auto-observación y al análisis, a poner orden en nuestras emociones y a ser realistas con nuestras expectativas. Mercurio en Sagitario en cuadratura con Júpiter en Géminis nos invita a ser cautelosos con nuestras decisiones y a no dejarnos llevar por el optimismo desmedido.
Venus en Acuario en trígono con Júpiter nos habla de la posibilidad de encontrar la felicidad en la autenticidad y en la conexión con nuestra propia individualidad. Marte retrógrado en Leo nos impulsa a revisar nuestra manera de expresarnos y de tomar acción, a conectar con nuestra fuerza interior y a ser protagonistas de nuestra propia historia.
Quirón en Aries en sextil con Venus y Júpiter nos recuerda la importancia de sanar nuestras heridas y de conectar con nuestra vulnerabilidad para poder construir relaciones más auténticas. El Sol en Capricornio en cuadratura con los Nodos Lunares nos habla de la necesidad de encontrar un equilibrio entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la innovación.
Este solsticio nos invita a hacer un inventario de nuestras vidas, a reconocer nuestros logros y también nuestras limitaciones. Es un momento para ser compasivos con nosotros mismos, para aceptar nuestras sombras y trabajar en nuestra sanación. La energía de Capricornio nos llama a ser responsables, a poner límites y a construir una estructura sólida para nuestras vidas.
El solsticio de Capricornio es también conocido como la «Fiesta de la Luz». Es un tiempo para encender la luz en nuestra sombra, para llevar la conciencia a nuestros rincones más oscuros y transformar el dolor en sabiduría. Es la oportunidad de conectar con la llama divina que reside en nuestro corazón y dejar que su luz ilumine nuestro camino.
En este contexto, la Navidad cobra un nuevo significado. No se trata solo de celebrar el nacimiento de Jesús, sino de celebrar el nacimiento de la luz en nuestro interior. Es un tiempo para conectar con nuestra familia, no solo la biológica, sino también con la comunidad que hemos elegido, y para compartir la luz que hemos encendido en nuestro interior.
El solsticio de Capricornio es un momento de transformación profunda. Es una invitación a dejar atrás lo que ya no nos sirve, a sanar nuestras heridas y a construir una vida más auténtica y plena. Es un tiempo para conectar con nuestra luz interior y compartirla con el mundo.
El solsticio de Capricornio, más allá de su significado astrológico, nos conecta con la sabiduría ancestral de diversas culturas. El concepto de «Sol invictus», por ejemplo, nos habla de la fuerza indomable del espíritu humano que, como el sol, renace de la oscuridad para iniciar un nuevo ciclo. Esta idea se relaciona con el simbolismo del solsticio como un punto de renacimiento, un momento para dejar atrás lo viejo y dar la bienvenida a lo nuevo.
Para comprender mejor este proceso, es importante diferenciar el solsticio del equinoccio. Mientras que el equinoccio marca un punto de equilibrio entre la luz y la oscuridad, el solsticio representa el momento de mayor contraste. En el solsticio de invierno, la noche alcanza su máxima duración, simbolizando la inmersión en la sombra, en lo profundo de nuestro ser.
La analema, esa figura en forma de ocho que describe el recorrido aparente del sol a lo largo del año, nos muestra gráficamente este proceso de ascenso y descenso, de expansión y contracción. El solsticio de Capricornio nos sitúa en el punto más bajo de la analema, en el momento de mayor introspección, antes de iniciar el ascenso hacia la luz.
Este movimiento se refleja también en el zodíaco natural, donde Capricornio representa la fase de la cosecha, el momento de recoger los frutos de nuestro trabajo. Es un signo asociado a la tierra, a la estructura, a la responsabilidad. En este sentido, el solsticio de Capricornio nos invita a conectar con nuestra capacidad de construir, de materializar nuestros sueños, de dar forma a nuestra realidad.
El árbol de Navidad, con sus raíces enraizadas en la tierra y su copa apuntando al cielo, simboliza esta conexión entre lo terrenal y lo espiritual. Es un símbolo de vida, de renacimiento, de esperanza. En el contexto del solsticio, el árbol de Navidad nos recuerda que incluso en la oscuridad más profunda, la vida sigue latiendo, la semilla de la esperanza sigue germinando.
El solsticio de Capricornio nos invita a conectar con nuestra propia «semilla», con nuestro potencial interior. Es un momento para reflexionar sobre nuestra relación con la autoridad, representada por la figura del padre, tanto a nivel personal como a nivel social. El apellido paterno, como símbolo de la herencia familiar, nos conecta con nuestra historia, con nuestras raíces. Honrar la figura de Saturno/Capricornio implica reconocer la importancia de la estructura, de los límites, de la disciplina en nuestras vidas.
En este proceso de introspección, es importante ser conscientes de nuestras propias narrativas, de las historias que nos contamos a nosotros mismos. La mente tiene un poder creador, y las palabras que utilizamos para describir nuestra realidad influyen en nuestra percepción y en nuestras experiencias. Por eso, es fundamental cultivar una narrativa positiva, basada en la gratitud, la abundancia y la apreciación.
El solsticio de Capricornio nos recuerda que la verdadera transformación ocurre en nuestro interior. No se trata de buscar la redención externa, sino de encontrar la paz y la armonía en nuestro propio ser. Es un viaje hacia la autoconciencia, hacia la integración de nuestras luces y sombras, hacia la manifestación de nuestro potencial más elevado.
- La codependencia y la importancia de la autonomía: Este tema, en el contexto del solsticio de Capricornio, nos recuerda la importancia de establecer límites saludables en nuestras relaciones, de cultivar la independencia emocional y de asumir la responsabilidad de nuestra propia felicidad. La energía de Capricornio nos invita a conectar con nuestra propia autoridad interna, a ser dueños de nuestro destino.
- La redención interna vs. la redención externa: Como ya mencioné anteriormente, el solsticio nos invita a buscar la transformación en nuestro interior, no en el exterior. La verdadera redención no proviene de factores externos, sino de un cambio profundo en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar.
- La influencia del padre en la vida de Kafka: Este ejemplo, aunque específico, ilustra la importancia de la figura paterna en la construcción de nuestra identidad. La relación con el padre, ya sea positiva o negativa, deja una huella profunda en nuestra psique y puede influir en nuestra manera de relacionarnos con el mundo.
- La Navidad en el hemisferio sur: Es importante recordar que el solsticio de Capricornio marca el inicio del verano en el hemisferio sur. Esto nos invita a reflexionar sobre la diversidad de experiencias y a reconocer que la energía del solsticio se manifiesta de diferentes maneras en cada lugar del planeta.
- El papel de la familia en el proceso de crecimiento: La familia, como primer núcleo social, juega un papel fundamental en nuestro desarrollo. El solsticio de Capricornio nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la familia, a reconocer las heridas del pasado y a sanar los patrones disfuncionales que nos impiden crecer.
En definitiva, el solsticio de Capricornio es un momento de profunda reflexión y transformación. Es una invitación a conectar con nuestra sabiduría interior, a sanar nuestras heridas, a construir una vida más auténtica y a compartir nuestra luz con el mundo.